Enfrentamientos incas – españoles
La historia como base para el Turismo Cultural
Ser conscientes, turística mente hablando, es
trabajar en conjunto con la academia, las comunidades locales y los gestores
turísticos, para transformar adecuadamente un destino en un lugar amigable para
el visitante, donde cada uno de ellos disfrute de la cultura, de sus costumbres
y su historia; de modo tal que el propio turista se convierta en el mejor
conducto comunicacional que promueva y promocione nuestro destino.
La principal tarea que se nos impone hoy en día, es aprender a sustentar la actividad turística, para evitar que se convierta en un círculo vicioso de oportunismos que sólo lograrán alejar a los turistas de nuestras fronteras. conscientes de la frágil estabilidad que rodea a los atractivos turísticos del país es vital.
La conquista de Quito
La conquista del Reino de Quito (actual
Ecuador) es una de las expediciones de conquista y colonización más
espectaculares que tuvieron que realizar los castellanos en América durante el
siglo XVI, debido a la resistencia indígena tanto antes de que los castellanos
entraran en la ciudad de Quito como posteriormente, combinado con la altitud de
2500 metros a la que está situada la ciudad, lo cual dificultó enormemente la
conquista. En esta entrada vamos a analizar brevemente todos los elementos
característicos de la misma.
Entendemos por Reino de Quito una unidad
política dentro del Imperio Incaico cuyo centro político y social era la ciudad
de Quito. En la actualidad existe un interesante debate historiográfico entre
profesionales que piensan que efectivamente existió un Reino de Quito, como
unidad política independiente, que fue conquistado por el Imperio Incaico; y
los profesionales que piensan que no existió tal estado, y que fue una
invención del siglo XIX que buscaba legitimar la aparición de la República de
Ecuador.
Una vez que los castellanos vencieron a los
incas en la batalla de Cajamarca el 16 de noviembre del año 1532 y ejecutaron a
su emperador, Atahualpa, en agosto del año siguiente; el principal foco de
resistencia indígena ante la invasión castellana se situó en la sierra norte
del imperio, en la actual Quito, donde los ejércitos incaicos liderados por los
generales Rumiñahui (Pillaro, 1490-Quito, 25 de junio de 1535) y Quizquiz
continuaban con la resistencia. Ambos fueron dos de los principales generales
de Atahualpa en la Guerra Civil incaica entre Atahualpa y su medio hermano
Huáscar.
Por otra parte, empezó a surgir entre las
tropas castellanas el rumor de que Atahualpa había escondido una gran cantidad
de oro en la sierra norte antes de que los españoles llegaran a Cajamarca, lo
que provocó un ávido interés de los conquistadores por formar una expedición de
conquista de los territorios que forman el actual Ecuador. Finalmente, en
febrero del año 1534, la expedición castellana, al mando del Capitán Sebastián
de Benalcázar o Belalcázar como lugarteniente de Francisco Pizarro (Belalcázar,
actual provincia de Córdoba 1480-Cartagena de Indias 1551) partió de San Miguel
de Piura, en el norte del actual Perú.
Desde Piura, Benalcázar (antiguo
conquistador de Panamá, Nicaragua y finalmente de Perú junto a Francisco
Pizarro y Diego de Almagro), juntó a unos 200 hombres, unos 150 a caballos, y
un importante contingente de indios tallanes, nativos de la zona de la isla del
Gallo que se había unido a los españoles contra los incas, comienzan la
expedición de conquista del último reducto de resistencia.
La expedición siguió el camino incaico que
resultó ser tremendamente duro y agotador, ya que se partió de la altitud al
nivel del mar de San Miguel de Piura, teniendo que atravesar zonas montañosas
muy elevadas, algunas por encima de los tres mil metros de altitud.
Llegaron hasta la ciudad de Tomebamba,
actual Cuenca, donde se aliaron con los Cañari. Los Cañari fueron un grupo de
indígenas originarios de las actuales provincias ecuatorianas de Azuay y de
Cañar, en el sur de Ecuador y que estuvieron asentados en esa zona desde
aproximadamente el año 500 d.C. hasta el año 1550 d.C.
Este pueblo había sido conquistado décadas
atrás por los Incas y habían sufrido entre 50 mil y 60 mil muertes en la Guerra
Civil incaica. Todo ello había provocado un odio visceral contra los incas y no
dudaron en apoyar a los castellanos en cuanto estos aparecieron por la zona.
La ayuda Cañari fue decisiva para los
españoles, ya que en Tiocajas esperaba el ejército de Rumiñahui, mucho más
numeroso que el castellano, y gracias a los Cañari las tropas de Benalcázar
pudieron rodear al enemigo por un sendero de noche y atacarlo sorpresivamente
por la retaguardia y obligó a Rumiñahui y a sus hombres a retirarse hacia
Riobamba, donde unió sus fuerzas con las del Cacique Zocozopagua.
Los castellanos prosiguieron la marcha
hacia dicha ciudad. El camino estaba llena de trampas puestas por las tropas de
Rumiñahui en su retirada, principalmente hoyos tapados con cañas delgadas y
hierba, con estacas puntiagudas en el interior para con el objetivo de que los
castellanos cayeran en ellos.
Las tropas castellanas volvieron a vencer a
las tropas indígenas. El enfrentamiento militar ocurrió el 3 de mayo del año
1534. Tras tomar la ciudad, las tropas castellanas descansaron y repusieron
fuerzas y posteriormente marcharon con paso firme hacia Quito.
Las tropas de Alvarado le vinieron muy bien
a Benalcázar para completar la conquista de Quito. Consiguió capturar a
Rumiñahui y a Zocozopagua y ordenó quemar a todos los indios que habían
continuado con la resistencia. El 6 de diciembre del año 1534 fue la entrada
definitiva en Quito de las tropas castellanas, que empezaron rápidamente la
repartición de la ciudad. La última resistencia del imperio Inca había
fracasado. El Imperio Inca había desaparecido finalmente en Quito.
Uno de los caciques indígenas que
fueron capturados por los españoles en la conquista fue Taconango, que había
llegado desde las tierras que actualmente forman Colombia para apoyar a
Rumiñahui. Este cacique les contó a los españoles las riquezas que existían más
al norte, en su territorio.
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