lunes, 7 de febrero de 2022

OBRAS DE OSWALDO GUAYASAMÍN

 

Los trabajadores



En esta pintura su creador relata a un grupo de personas que regresan de un largo día de trabajar la tierra. Se puede apreciar que las personas están descalzas, con apenas las herramientas necesarias, lo cual pone de manifiesto las condiciones de precariedad que tenían los campesinos en aquella época para trabajar y que en la actualidad aún está vigente dicha situación. Por otra parte, también se puede apreciar la fortaleza y la solidez de la raza indígena.

 

Los niños muertos



En este cuadro su autor describe un hecho que marcó su vida. Al respecto se puede decir que con el edad de 13 años Oswaldo Guayasamín vivió el periodo conocido como la “Guerra de los Cuatro Días”, donde uno de sus mejores amigos, Manjarrés murió producto de una bala perdida. Esta muerte sin sentido, dejó una profunda huella en el pintor, lo cual expresó a través de su obra.

 

Madre y niño



En esta obra se puede apreciar una temática que fue recurrente en la carrera del pintor. En este sentido, el retrato de madres y niños juntos, se transformaría en la representación más grande del amor. En relación a este cuadro en específico se puede decir que ha sido considerado como el precursor de una colección posterior, a la cual el pintor denominaría “Ternura”, que fue dedicada a su madre en particular y a todas las madres en el mundo.

 

Quito niebla verde



Esta obra representa el profundo amor que sentía Guayasamín por su país, de manera especial por la ciudad donde nació. El primer cuadro que pintó de una serie fue Quito verde, en el año 1948. En esta obra se puede apreciar la importancia que se le brinda al conjunto de montañas que rodean a la ciudad, en especial el Pichincha, el cual representaba para el pintor una especie de animal vivo que cambia de colores acorde a las estaciones del año, verano o invierno, incluso si es el amanecer, medio día o atardecer.

Ataúd blanco



En esta obra el autor retrata la terrible situación en la que una familia debe enterrar a su hijo. En este sentido se puede destacar que constituía una costumbre en épocas anteriores que el entierro de los niños fuera en un ataúd blanco, lo cual era un símbolo de pureza debido a la vida corta que tuvieron. De igual modo los ataúdes eran decorados con pan de oro. No obstante, las familias indígenas al no poseer recursos económicos, realizaban este tipo de entierros con el papel brillante de las cajetillas de cigarros. Fue con esta obra que Oswaldo Guayasamín obtiene el Gran Premio de la III Bienal Hispanoamericana de Arte, en el año 1955.

La Marimba



El autor en esta obra representó la danza y música del pueblo de la provincia de Esmeraldas. Esta comunidad catalogada como afroecuatorianos, danzan al ritmo de los tambores para ahogar sus penas y alegrar el alma.

 

 Las manos de la protesta



En su colección “La Edad de la Ira”, Guayasamín realizó pinturas trascendentales, entre las cuales se destaca la serie “Las Manos”, y dentro de esta serie la pintura referida a “la protesta” resultó ser de vital importancia, debido a que resume la actitud del ser humano frente a la injusticia. En este sentido, la injusticia representa unas manos insaciables de unos pocos, frente a la mayoría de la humanidad que sólo tiene unas manos de mendigo.

Los Mutilados



El tema en el cual el pintor se basó para elaborar esta pintura fue la Guerra Civil española. Acorde a una anécdota, se relata que Oswaldo Guayasamín asistió a un partido de fútbol, al cual también fueron veteranos de la Guerra Civil contra el General Franco. Así mismo, en el momento en el que uno de los equipos lograba hacer un gol, lo visitantes en las tribunas se levantaban a festejar y así se podía apreciar que una parte importante de los asistentes les faltaban algunas extremidades, dígase manos y piernas, secuelas de la guerra. Esta experiencia marcó al pintor ecuatoriano y sirvió como tema de inspiración para realizar esta obra.

Lágrimas de sangre



Este cuadro el pintor lo dedicó de manera especial a tres personajes chilenos hacia los cuales sentía una profunda admiración. Estos personajes eran, Salvador Allende, Víctor Jara y Pablo Neruda, este último era un gran amigo del pintor ecuatoriano. El cuadro constituye una reacción a los acontecimientos que significaron el periodo de la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile.

 

El guitarrista



En esta obra el pintor resume el dolor permanente y el sufrimiento de los pueblos gitanos, que transitan como nómadas por el mundo. Por medio de este cuadro, se persigue exteriorizar con el canto un poder desgarrador lleno de lamentaciones. De igual modo, se puede interpretar la presencia de un ritmo flamenco que nace del pecho del músico gitano y que al salir al entorno que lo rodea evidencia tragedia y dolor.

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